La mente humana, como muchos sabemos, es un misterio por su gran capacidad y hay cosas que aún no conocemos de esta misma. Muchas preguntas siguen esperando respuesta. Muchos profesionales de la salud mental y la neurociencia a lo largo de los años han aportado, siguen y seguirán aportando teorías e hipótesis con respecto al funcionamiento de los procesos mentales.
Y, claramente, una de las teorías más interesantes es la que menciona que la mente humana se divide en tres niveles: consciente, inconsciente y subconsciente. Con amplios estudios y aportaciones de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis y una de las figuras intelectuales más relevantes del siglo pasado, esta hipótesis nos da una visión amplia de la naturaleza de nuestra mente.
Definiendo el Consciente:
Es el nivel de la mente que analiza la realidad percibiéndola propiamente, logrando que la persona tome decisiones basadas en la experiencia y conocimientos previos en su vida. Este término fue descrito por primera vez por Freud y recalca que: es la parte de la mente con el conjunto de amplias vivencias de las que la persona puede dar cuenta mediante distintos procesos de percepción interna.
Es una capa muy superficial de nuestra mente y es ella la que nos da la capacidad de poder percibir la realidad, logrando así darnos cuenta de las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor, que conectan las vivencias que generan los sentimientos y las emociones.
Es importante saber que los seres humanos de manera consciente, aprendemos, razonamos, planificamos, decidimos, respondemos, y expresamos. Se podría decir que todo este pensamiento consciente nace de este nivel superficial de la mente.
Definiendo el Inconsciente:
Cuando hablamos del inconsciente nos referimos a ese nivel de la mente que hace que desarrollemos comportamientos de manera inadvertida; es decir, provoca que realicemos conductas concretas de manera involuntaria, sin haberlas premeditado.
Se considera común usar el concepto de inconsciente para aplicarlo a una persona que toma acciones sin considerar las consecuencias, ni los posibles riesgos de las mismas, pero es importante considerar que pueden ser buenas consecuencias, o en los peores casos, consecuencias no deseadas.
El inconsciente determina aquellas actividades que realizamos sin pensar y es el “lugar” donde se encuentran los recuerdos reprimidos, los pensamientos incontrolables, las impresiones, los impulsos, etc. Del mismo modo, es el nivel donde se encuentran los fenómenos de personalidad cuyo origen no podemos explicar.
El inconsciente puede ser la mente en piloto automático.
La mente consciente dirige a un trader que es capaz de dar órdenes como: hoy soy fuerte, hoy debo respetar mi plan de trading; o bien, aplicar lo que me han enseñado, ser paciente. Cada pensamiento de nuestra mente consciente logra activar la ley de causa y efecto. Es por esta razón que debemos tener un control de nuestra consciencia.
Ahora, sabiendo esto, es importante considerar que debemos desarrollar un control de nuestro inconsciente, ya que este también tiene relación con el consciente; es decir, todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, el porqué nos comportamos como lo hacemos, no importa si así nos enseñaron o si fue lo que nos impusieron. Si somos de cierta manera, pero nuestra conducta últimamente está afectando nuestro propósito de vida, no podemos dudar en hacer un esfuerzo en condicionar nuestro modo de actuar, la forma en cómo:
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- Nos hablamos a nosotros mismos.
- Nos dirigimos a las personas cuando nos encontramos en un estado de enojo.
- Guardamos la calma ante una situación de incertidumbre o peligro.
Debemos siempre tratar de llevar la mente a un espacio en blanco. Ese momento de silencio es el que hace que conectemos con nuestro interior, y esto se logra con la meditación.
Todo esto debe estar condicionado; es decir, entrenado con la repetición, con el fin de formar nuevos conocimientos de nuestra forma de accionar y comportarnos.
“Una tranquilidad perfecta consiste en el buen orden de la mente, en tu propio reino”.
-Marco Aurelio.